Cada uno de nosotros experimenta la necesidad de ser reconocidos y acariciados por los demás. El análisis transaccional se refiere a las caricias como todos esos contactos que nos brindan el reconocimiento de los otros y, como dijimos en otro artículo, pueden ser físicos (un abrazo, una palmada en el hombro, un beso), verbales (afirmaciones que reconocen algún atributo de la otra persona) y caricias en acción (escuchar atentamente a la otra persona, tener pequeños detalles, ayudar al otro).
Esta necesidad de recibir “caricias positivas” es evidente desde la infancia, pues está demostrado que los niños que no tienen contacto humano no sólo no crecen normalmente desde el punto de vista físico y mental, sino que incluso esta carencia puede causarles la muerte. Ese contacto físico lo reciben normalmente los niños cuando son alimentados, aseados, mecidos y acariciados por sus padres y quienes los cuidan.
La falta de suficientes caricias positivas siempre tiene efectos perjudiciales en los seres humanos; hay menor vitalidad, menos esperanzas, llegando incluso a la depresión. El rango de las caricias positivas va desde un simple “hola” hasta un profundo encuentro íntimo. Algunas caricias son simplemente encuentros superficiales pero, aunque carecen de contenido significativo, mantienen la comunicación abierta.
Algunas formas de caricias positivas son:
- Expresión de afectos o sentimientos de aprecio: “Es un placer trabajar contigo”, “Estoy feliz de tenerte como hijo”, “Me salvaste el día al ayudarme con ese reporte”
- Elogios: “Luces como para una portada de revista”, “Tu informe es preciso, completo y justo lo que queríamos”, “Bailas genial”
- Escuchar: en este arte lo más importante es enfocarse en el otro. Es válido parafrasear lo que el otro dice, o reflejarle al otro lo que pensamos que está sintiendo para asegurarnos que comprendimos y para abrir puentes de comunicación. En fin, se trata de una escucha empática buscando comprender al otro antes de intentar ser comprendido.
Desafortunadamente, a pesar de que nuestra naturaleza pide abundancia de caricias, éstas no siempre fluyen libremente ni siquiera entre personas que se aman. Esto sucede porque pocas personas pueden expresar lo que sienten con libertad; la mayoría tiene inhibiciones para dar, recibir y pedir caricias. ¿Alguna vez has sentido un gran deseo de decirle a alguien que lo querías o que te sentías muy bien con él y no fuiste capaz de hacerlo? ¿Te has preguntado si un familiar, enamorado o amigo te quería, cómo y por qué razón y no te has atrevido a preguntarle directamente? Esto ocurre porque tenemos dentro de nosotros una voz crítica, llamada por el análisis transaccional el “Padre Crítico” que nos trasmite las siguientes normas:
- No des las caricias que desees dar
- No pidas las caricias que deseas
- No aceptes las caricias que deseas
- No rechaces las caricias que no deseas
Steiner (2002) aconseja que siempre que vayamos a tener un intercambio emocional, como es el caso de dar caricias, debemos seguir estas normas básicas:
- Pedir permiso y respetar los límites y los sentimientos de los demás (por ejemplo: “¿Puedo decirte cual es tu mejor cualidad para mí?; o “Hay algo entre nosotros que no me gusta, ¿puedo decírtelo?")
- Ser honesto.
- Ser valientes y rebelarnos contra esa voz crítica.
Las caricias positivas dejan a las personas sintiéndose bien, vivas e importantes. Como afirma Steiner (2002), “una caricia funciona porque es un acto de bondad y amor que se ofrece a otra persona… si descubrimos, como es frecuente, que estamos privando a los demás de nuestro amor, debemos hacer algo al respecto para lograr finalmente una actitud más afectuosa”.
Se valiente… abre tu corazón.
Esta necesidad de recibir “caricias positivas” es evidente desde la infancia, pues está demostrado que los niños que no tienen contacto humano no sólo no crecen normalmente desde el punto de vista físico y mental, sino que incluso esta carencia puede causarles la muerte. Ese contacto físico lo reciben normalmente los niños cuando son alimentados, aseados, mecidos y acariciados por sus padres y quienes los cuidan.
La falta de suficientes caricias positivas siempre tiene efectos perjudiciales en los seres humanos; hay menor vitalidad, menos esperanzas, llegando incluso a la depresión. El rango de las caricias positivas va desde un simple “hola” hasta un profundo encuentro íntimo. Algunas caricias son simplemente encuentros superficiales pero, aunque carecen de contenido significativo, mantienen la comunicación abierta.
Algunas formas de caricias positivas son:
- Expresión de afectos o sentimientos de aprecio: “Es un placer trabajar contigo”, “Estoy feliz de tenerte como hijo”, “Me salvaste el día al ayudarme con ese reporte”
- Elogios: “Luces como para una portada de revista”, “Tu informe es preciso, completo y justo lo que queríamos”, “Bailas genial”
- Escuchar: en este arte lo más importante es enfocarse en el otro. Es válido parafrasear lo que el otro dice, o reflejarle al otro lo que pensamos que está sintiendo para asegurarnos que comprendimos y para abrir puentes de comunicación. En fin, se trata de una escucha empática buscando comprender al otro antes de intentar ser comprendido.
Desafortunadamente, a pesar de que nuestra naturaleza pide abundancia de caricias, éstas no siempre fluyen libremente ni siquiera entre personas que se aman. Esto sucede porque pocas personas pueden expresar lo que sienten con libertad; la mayoría tiene inhibiciones para dar, recibir y pedir caricias. ¿Alguna vez has sentido un gran deseo de decirle a alguien que lo querías o que te sentías muy bien con él y no fuiste capaz de hacerlo? ¿Te has preguntado si un familiar, enamorado o amigo te quería, cómo y por qué razón y no te has atrevido a preguntarle directamente? Esto ocurre porque tenemos dentro de nosotros una voz crítica, llamada por el análisis transaccional el “Padre Crítico” que nos trasmite las siguientes normas:
- No des las caricias que desees dar
- No pidas las caricias que deseas
- No aceptes las caricias que deseas
- No rechaces las caricias que no deseas
Steiner (2002) aconseja que siempre que vayamos a tener un intercambio emocional, como es el caso de dar caricias, debemos seguir estas normas básicas:
- Pedir permiso y respetar los límites y los sentimientos de los demás (por ejemplo: “¿Puedo decirte cual es tu mejor cualidad para mí?; o “Hay algo entre nosotros que no me gusta, ¿puedo decírtelo?")
- Ser honesto.
- Ser valientes y rebelarnos contra esa voz crítica.
Las caricias positivas dejan a las personas sintiéndose bien, vivas e importantes. Como afirma Steiner (2002), “una caricia funciona porque es un acto de bondad y amor que se ofrece a otra persona… si descubrimos, como es frecuente, que estamos privando a los demás de nuestro amor, debemos hacer algo al respecto para lograr finalmente una actitud más afectuosa”.
Se valiente… abre tu corazón.
Mayte Alayón Afonso, Octubre de 2009
Referencias Bibliográficas:
- James, Muriel y Jongeward, Dorothy (1971). "Born to Win". Estados Unidos de Norteamérica. Signet Publisher.
- Steiner, Claude (2002). La Educación Emocional. Madrid. Editorial Punto de Lectura.
que se nos reconozca por nuetro amor que nos tenemos unos a otros... eso quiere Dios.
ResponderEliminarque estes muy bien,bendiciones
Au revoir, bye, Adios & Adio